Omar Rivera
Nunca antes los gobernantes del mundo, particularmente los de América Latina, se habían ocupado de Honduras con tanta pasión, consideración y seriedad en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas, como sucedió la pasada semana en Nueva York; el golpe de Estado fue condenado por una docena de jefes de Estado en la más elevada instancia del multilateralismo global y reclamaron, al unísono, el restablecimiento del orden constitucional y la restitución del presidente Manuel Zelaya Rosales en el cargo para el cual fue electo por el pueblo hondureño.
El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva -quien fue el primer orador de la Asamblea- dijo que "la comunidad internacional exige que el señor Zelaya vuelva de inmediato a la presidencia de su país y debe estar alerta
para asegurar la inviolabilidad de la misión diplomática de Brasil en la capital de Honduras", la que esta confinada por militares y policías desde el pasado 21 de septiembre, cuando el mandatario hondureño llego a la embajada brasileña buscando impulsar, desde ahí, el dialogo que permita la normalización de la vida democrática del país.
El presidente de Uruguay, Tabaré Vásquez, la de Chile, Michelle Bachelet, y el dominicano, Leonel Fernández, coincidieron con el jefe de Estado de Brasil, en pedir la restitución de Zelaya Rosales; al respecto, Vásquez dijo
que sentía el "el deber ético y la responsabilidad política de reiterar que rechazamos la ruptura de la institucionalidad en la hermana República de Honduras y reclamamos restitución en su cargo de las autoridades
democráticamente electas", Bachelet reiteró su "llamado para que se acepte de inmediato el Acuerdo de San José, que prevé la reinstauración del Zelaya Rosales para solventar la crisis en Honduras" y Fernández recordó que la ONU "emitió una resolución condenando el golpe de Estado que tuvo lugar en esa nación centroamericana en el mes de junio de este año y planteando el retorno al orden democrático, igual actitud asumieron la OEA, la Unión Europea, la Unión Africana y la Liga Árabe".
En esa misma línea de pensamiento, el presidente de Bolivia, Evo Morales, pidió vehementemente una resolución que dé un ultimátum al régimen de facto en Honduras; "que bueno sería que de aquí salga una resolución para que la dictadura salga de Honduras y Zelaya vuelva a su puesto", y el presidente venezolano, Hugo Chávez, exigió "que se cumpla la resolución de la ONU, la resolución de la OEA para que Zelaya sea reinstalado en el poder".
Respecto al proceso electoral que se avecina en Honduras, los presidentes de América Latina señalaron que las elecciones de noviembre próximo no serán legitimas y que las autoridades que surjan de ellas no serán reconocidas si antes de de estos comicios el Manuel Zelaya rosales no es restituido en su cargo; refiriéndose a este tema, el presidente salvadoreño, Mauricio Funes, expresó que "mientras no sea restablecida la constitucionalidad en Honduras, que pasa por la restitución inmediata del presidente Zelaya y la creación de un gobierno de unidad nacional bajo el
espíritu del acuerdo de San José, el proceso electoral que se prepara en el hermano país carece de legitimidad y de la transparencia necesaria como para asegurar resultados confiables que puedan contribuir a resolver la crisis en el hermano país". Asimismo, el gobernante guatemalteco, Álvaro Colom, indicó que "el anuncio de las intenciones de celebrar elecciones presidenciales en un futuro próximo no justifica, legitimiza ni hace aceptable esa situación".
Se reconoció que el golpe de Estado perpetrado en Honduras por militares y políticos hace tres meses es un paso atrás en el fortalecimiento democrático de la región y que, a fin de evitar que sea una practica común en el futuro cercano en los demás países de América Latina, debe revertirse inmediatamente. La presidenta argentina, Cristina Fernández, llamó a la comunidad internacional a consensuar una estrategia para el retorno de la "democracia en Honduras", si no, se estaría sentando un severo precedente en una región que durante décadas y durante la vigencia
de la Doctrina de Seguridad Nacional sufrió interrupciones democráticas que sesgaron la vida de miles y miles de latinoamericanos, causaron el exilio de otros y provocaron la tragedia social y económica más grave de que se tenga memoria en la región"; de igual manera, Fernando Lugo, presidente de Paraguay, señaló "el derrocamiento de Manuel Zelaya es un factor de retroceso y una bofetada al continente" y el costarricense Oscar Arias advirtió que -luego de los funestos acontecimientos acaecidos a finales de junio pasado en Honduras- "el escenario no es esperanzador ya
que la región corre el riesgo de un retroceso a décadas pasadas marcadas por los conflictos armados... para quien viene de Latinoamérica, es difícil no sentir que estamos siempre rescatando nuestro futuro de las garras de
nuestro pasado, siempre intentando despegar en una pista en donde algún insensato derramó aceite hace mucho tiempo".
Finalmente, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguró que "la firme defensa de la democracia tiene ante todo un nombre y un país: Honduras". "Nuestros hermanos de América Latina, que han visto consolidar la democracia y la expectativa del bienestar en los últimos años, han decidido, con el apoyo de España y de la comunidad internacional, que van a ganar este desafío, el desafío de Honduras; no vamos a aceptar un golpe antidemocrático, no lo vamos a aceptar y la democracia ha de volver a Honduras", afirmó Rodríguez Zapatero en su
alocución ante la Asamblea General de la ONU.
El mundo repudió el golpe de Estado, exigió el restablecimiento del orden constitucional y advirtió que no reconocerá como legitimas a las autoridades resulten electas de un proceso que se efectúe en el marco de un régimen
usurpador. Un mensaje claro que se alinea con el clamor popular que retumba en los confines nacionales y que solamente no es escuchado por los necios.
Tegucigalpa, MDC - 25 de septiembre de 2009
Comentarios: ml_rivera@hotmail.com
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