De: Fabricio Estrada
En un sistema de vida determinista donde las valoraciones se dan a través de lo contante y sonante en lugar de lo constante y sus resonancias, la resistencia pacífica del pueblo hondureño ante el golpe de Estado ha de parecer, ciertamente, un acto infructífero y perdido en la memoria de los tiempos, un éxodo auténtico a través de los desiertos del orden.
Resulta paradójico que para los antiguos egipcios, el desierto fuera la representación del caos, ese vasto reino donde Seth –deidad de la brutalidad y lo tumultuoso, protector de los ejércitos- imponía su dualidad protectora - destructora. Antiguo ladrón del sol, impuso la oscuridad como su elemento, contrario a Prometeo que robó para traernos "la luz y la civilización", lo que le trajo al acto el castigo eterno, es decir que desde el comienzo, nuestra civilizacíon -como ya lo sabemos- castra a quien se atreve a traer la luz. .
Es muy probable que la simbología hebrea de vagar cuarenta años por el desierto en busca de su tierra prometida sea una forma de presentarse ante la historia como el pueblo que se alzó sobre el caos del desierto y por lo tanto, como vencedores de Seth y su “orden” natural.
La tradición occidental nos da la imagen de un desierto abrasado por el sol, pero para los egipcios conocedores de Seth, el sol del desierto era en verdad la oscuridad y la perdición.
El significado que los golpistas quieren imponer como orden en realidad es el caos donde reina la envidia, el egoísmo y el asesinato de todo cuanto represente vida o en su forma concreta: la fertilidad que en principio le fue concedida a su hermano Osiris, a quien despedazó.
La humanidad ha tenido un largo recorrido por la historia y la historia, sustenta sus lecciones en grandes hechos simbólicos donde las mujeres y los hombres, sobre todas las cosas, han resistido ante las imposiciones deterministas de los brutales. Ahí están de ejemplo Leonidas y sus 300, Cuauhtemoc ante la horca y tortura del conquistador, Ana Frank con su pulcra humanidad de pie ante la aniquilación nazi, el pueblo cubano ante el bloqueo, el pueblo palestino acosado por los sionistas y olvidados por sus hermanos árabes, los Yanomamis en lo profundo de la selva amazónica al resguardo de su llama original… en fin, estamos nosotros, la resistencia hondureña, de pie, al igual que el cuerpo de Osiris resucitando cada día en los 42 templos de nuestro despedazado territorio.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
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