miércoles, 9 de septiembre de 2009

La prostitución maquiladora de la información

De: Ronnie Huete

Tegucigalpa. “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala.”

Cuando el escritor francés Albert Camus invocó estas palabras en el transcurso del siglo XX. Inconscientemente pronosticó los hechos históricos que se hilan en Honduras en el último año de la primera década del siglo XXI.

Bajo un contexto de prostitución monopólico la libertad de la prensa mediática se resume en mala.

Basta revisar los archivos de la Hemeroteca Nacional y hacer un simple monitoreo de las noticias de los últimos 27 años elaboradas por la democracia burguesa.

El libre mercado y la competencia empresarial son dos elementos claves que dimiten al compromiso de informar y formar a una sociedad que espera obtener la verdad del porque Honduras busca copiosamente el desarrollo, pero nunca lo encuentra.

Después de la asonada castrense del 28 de junio los medios informativos oligárquicos terminaron de convencer a la población de su instrumento insensible de desinformación.

Moldear un mundo hondureño en que la economía crece anualmente a un ritmo casi comparable con naciones que se acercan al desarrollo, es parte de las estrategias de engaño.

Querer convencer al mundo de que en Honduras no pasa nada después de la instalación forzosa del régimen fascista de Roberto Micheletti, es un hecho que ha declarado la guerra mediática entre la prensa que vende su escaso raciocinio y la otra que describe los hechos.

Como cuando los hombres buscan un servicio sexual en un burdel y la trabajadora del sexo espera ansiosamente ganarse su dinero, así es el comportamiento de algunos “periodistas” que esperan ese padrinazgo burgués.

Las muertes, los atropellos a los derechos humanos, el maltrato generalizado que ha recibido Honduras en los dos últimos meses de fascismo, son obviados por la potestad del dinero que reciben algunos “periodistas.”

Sus escritos evidencian una falsa realidad que han inventado los dueños de los medios de comunicación conforme a sus intereses capitalistas.

La palabra vergüenza no alcanza la descripción hacia la prensa que fácilmente abre su reducido cerebro para recibir órdenes por unos minuciosos centavos, que extinguen el sentimiento de dignidad. Si alguna vez hicieron uso de este don.

Carlos Flores Facussé, Jorge Canauati Larach y Rafael Ferrari, son los principales creadores de este micro mundo, al que en su economía, llaman: Honduras en desarrollo.

A través de sus maquilas de la información explotan sicológica y físicamente aquellos periodistas que recuerdan lo aprendido en la academia de la Universidad, en respetar sus principios éticos. Pero por no perder su pequeño ingreso venden su fuerza de trabajo.

En las maquilas de la información son pocos los periodistas consientes que el medio en que trabajan hace un daño irreparable en la historia de la nación.

Los demás “comunicadores”, brindan con sus copas de la indignidad junto a sus maestros de marioneta que les demuestran las bellezas que brinda el capitalismo sobre el aplastamiento de las masas vilipendiadas por años.

El cuarto poder de la prensa no es otra cosa que la cuarta prostituta de los oligarcas Flores facussé y Canahuati Larach, cuya amistad estuvo muy ligada en una asesoría económica en el periodo 1998- 2002 y sus imágenes de una Honduras en progreso, sonaban con bellas melodías en la televisora de Ferrari.

Todo un emporio de la comunicación que publican mensajes alegóricos a la desidia, la ignorancia y el desinterés de un pueblo por unificar su solida fuerza para el derrocamiento de estas aberraciones de la sociedad.

En los últimos días estos terroristas de la información están en una dura búsqueda por los alrededores del mundo, de cómo replantear sus políticas editoriales, que han fracasado mediante la resistencia popular del pueblo, que ya no cree en sus impresos, imágenes o sonidos radiales.

Sus compañías asesoras en Europa pasan en extenuantes reuniones para seguir con el plan de manipulación terrorífica hacia la población.

Los millones de dólares que derrochan estos artífices de la mediocridad periodística, no les preocupa puesto que intentan rescatar a los que, en algún momento fueron convencidos y que ahora abiertamente, son sus enemigos de clase.

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