miércoles, 9 de septiembre de 2009

Nuestros medios de comunicación en resistencia

From: Marco Antonio Arias M

Desde el reciente golpe de estado, hay medios de comunicación que se han ganado la admiración, el cariño y el respeto de muchos hondureños bien nacidos. Nadie puede desconocer la labor de Radio Progreso, de Radio Globo, de CholosatSur, de Radio Uno, de diario Tiempo y de El Libertador. Nadie puede desconocer que estos medios han sufrido constantes ataques de la represión golpista, y han sido sometidos al terrorismo, de parte del gobierno de facto. Muchos de sus periodistas han sido salvajemente golpeados, mancillados y destruido su equipo de trabajo, mientras cumplían con coraje la labor que implica informar desde las calles, atestadas de militares y policías enfrentándose a una valiente resistencia pacífica. Todos estos medios, han intentado llevar a su creciente auditorio, las noticias relacionadas con la crisis política que enajena al país. Han actuado como contrapeso, ante el muro levantado por todos los medios de información alineados con y para el golpe de estado. Han servido como espacio de expresión y desahogo, de miles de ciudadanos indignados, que no encuentran cabida en los medios que representan el poder económico del país.

Tengo que resaltar a Radio Progreso, que no contentos con informar, se han dado a la tarea de educar políticamente, y de crear conciencia en ciudadanos que quizá jamás se habían planteado una encrucijada política en toda su vida. Por otro lado, debo resaltar a diario Tiempo, que se ha convertido en el único periódico en que su lectura no se hace bajo el signo de la duda, y la sospecha de manipulación de la información que ha caracterizado a su competencia en los últimos tiempos. Notamos una ética profesional, presentan la información con imparcialidad, y solo en sus columnas de opinión puede uno enterarse de cuál es la línea política que sigue el diario. Es el único periódico en que me atrevo a invertir más de un centavo. Por su parte, El Libertador realiza una labor encomiable, dadas las circunstancias, pero carece de la ética periodística que llama a la imparcialidad. Es un periódico sesgado, que si bien no llega a la usanza servil, embrutecida y falsa de los medios golpistas, es capaz de arrugar la verdad para atacar a los usurpadores. Publica y denuncia información que todos los que condenamos ―con toda el alma― el golpe de estado y lo que representa, queremos encontrar, pero ha perdido la objetividad, y no se le puede leer sin preguntarse si lo que se ha leído será verdad.

De Radio Globo y CholusatSur hay mucho que decir, para muchos capitalinos [y no solo capitalinos] se han convertido sus alternativas únicas para la radio y televisión local. Son una voz y una imagen consistente contra el statu quo. Sus periodistas, al igual que ha sucedido con los otros medios no golpistas, han puesto en peligro su vida ante la sagrada tarea de cumplir con su deber. Ambos medios han sufrido ataques terroristas que los han sacado momentáneamente del aire, por lo que ambos medios parecen haberse convertido en un dolor de cabeza para el régimen usurpador. Seré honesto, por mi parte, antes de los sucesos del 28 de junio, solo esporádicamente sintonizaba a alguno de estos medios. No me gustaban sus periodistas, y no me gustaba su estilo de trabajo. Pero después del “coup’état” las cosas han cambiado. Y hemos sintonizado los programas de ambos medios, ávidos de la última información sobre esta histórica crisis nacional. Lamentablemente, Radio Globo ha vendido espacio a propaganda electorera para las elecciones impulsadas por los golpistas. No sé si por una necesidad urgente, o simplemente porque se consideran una empresa que debe generar dividendos a sus accionistas. El problema es que de pronto, la radio adquiere, quizá sin quererlo, la lastimera connotación de ramera, tímida, pero ramera al fin. Y deja muchas dudas de cuál será su compromiso, y de hasta donde podrá torcerse la frontera de sus intereses contrapuestos a los de su ética. Lo malo, es la duda. En la televisión e internet, Canal 36 parece haber cedido ante la presión económica [u otra], y con una desfachatez más bien triste, está haciendo una campaña mesurada ―pero indudablemente campaña―, a favor del candidato nacionalista. En cambio, a Elvin ―a quien yo adverso a ultranza―, como si hubiera un interés especial de por medio, lo atacan de manera sistemática, y a veces hasta malsana. Quizá, hubiera sido preferible no ser tan obvios, para no refutar tan claramente su “supuesta” postura política. Se hubieran conformado con denunciar a Elvin ―que bien merecido se lo tiene―, pero de una manera menos desproporcionada, y debían olvidarse de la desvergüenza de exaltar a Pepe, que no es más que otro golpista empedernido. La pregunta es si este canal no es entonces más que otro medio mercenario, tal como los medios golpistas. Habrá alguna manera de no preguntarse, de ahora en adelante, qué interés habrá detrás de cada campaña, y de cada segmento informativo.

Entonces, ¿qué credibilidad pueden tener algunos de nuestras medios insignias? El cáncer de la corrupción y el egoísmo parece no perdonar. Una vez más, parece que nos llegó la hora de despertar. Las cosas están claras, no es posible pernoctar juguetonamente en la cama del diablo ―a su lado―, y luego levantarse, a fungir de virginal noviecito de dios, a la mañana siguiente. ¿Y entonces, qué nos queda? Pelar los ojos, aguzar el oído y no seguir pecando de pendejos. Amén.

Marco Antonio Arias M
8 de septiembre de 2009

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