viernes, 4 de septiembre de 2009

Los Honorabilísimos

From: Marco Antonio Arias M

Los Honorabilísimos

El día de hoy el congreso nacional se ha reunido para emitir un comunicado, intentando encontrar la fórmula mágica para justificar el golpe de estado flagrante, cuyo corolario, se gestó en las burdas mentes de los usuarios del hemiciclo legislativo, cuando después de certificar una renuncia falsa del Presidente Constitucional, juramentaron al diputado de Yoro como jefe visible del régimen de facto.

Uno tras otro, los “honorabilísimos” desfilaron sin recato ni vergüenza para mostrar en público su cinismo y su anexión absoluta y fiel, a ellos mismos, a la élite empresarial y a la terca postura del sociópata diputado de Yoro.

La patética participación de cada uno de los “honorabilísimos”, fue simplemente el eco de la ya raspada cantaleta oficial: las elecciones fueron definidas antes de que diéramos el golpe, y nadie las puede detener; los gringos son malos, y ahora, también brutos; la OEA es idiota, e insulsa; el diputado sociópata de Yoro es más valiente que Hitler; nosotros los “honorabilísimos” defendemos la constitución ―que nos gusta violar― hasta las últimas consecuencias; con visa gringa vamos a limpiarnos el cu… ello, de todas maneras ni nos gusta viajar; somos honestos hasta el último hueso de nuestros corruptos cuerpos; somos adalides de la verdad, de la justicia, de la democracia, de la paz, de la honestidad, de Dios; y etcétera, etcétera, elevado a la etcétera.

Por mí parte, acudir a escuchar las vibrantes palabras de esta hueste de híbridos de hiena y zopilote que anidan en el congreso, es un verdadero sacrificio; pero lo he hecho en nombre de la admirable Resistencia contra el Golpe de Estado, que después de 67 días ―de firme repudio pacífico a los usurpadores― se manifiesta como un suceso sin precedentes en la historia moderna de Latinoamérica. He pasado por la risa, por la lástima, por la vergüenza, por la rabia, por el asombro, y sobre todo, he tenido que encontrar la paciencia para escuchar los disparates de los “honorabilísimos”, casi todos ellos, incapaces de largar un discurso coherente. La reunión que presencié, más asemejaba una convención de pacientes psiquiátricos, o de beodos consuetudinarios ―sin rasgos de inteligencia visibles, y totalmente desligados de la realidad―, que la expresión de uno de los tres poderes del estado. Además de la consabida retahíla de veleidades del régimen, hoy soltaron nuevas idioteces, como la de acusar de delito a los que se opongan a las elecciones de facto; o la de que nos metamos al patio de Canadá o de Japón, para rogar por una caridad ―porque los traidores gringos, los cegatones “oeas”, y los comunistas europeos han traicionado la democracia―; también manifestó, alguno de esos burdos híbridos, la original novedad de galvanizar al pueblo, pero aquí exijo una aclaración, porque dado el contexto, no sé si se referían a cubrirnos de metal ―que es un símil bien yuca―, ya que la galvanización no se puede hacer con goma; o simplemente para inyectar entusiasmo, aunque en este caso, seguramente sí se referirían a las decaídas y onerosas camisetitas blancas, que son los únicos a los que ellos reconocen como pueblo.

A modo de resumen, voy a optar por la risa, JAJAJA, JAJAJA y JAJAJA. No encuentro las palabras para calificar a esta gente; y las que encuentro, nadie las va a querer publicar, además pueden ofender hasta a los más liberales. Por eso me río, me río hasta las lágrimas, de lo que hemos hecho los hondureños, eligiendo en las urnas ―al abstenernos de votar también― a este cuerpo de zopi-hienas que, querámoslo o no, son los que nos representan. ¿Democracia? Ya sabemos lo que hay que hacer. Amén.

Marco Antonio Arias M.
Desde Tegucigalpa
3 de septiembre de 2009

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