CASUED-UNAH. Tocoa, Colon.
Los acontecimientos jurídicos-políticos que se dan el 28 de junio de 2009 en Honduras, en el seno de las estructuras del poder Ejecutivo de la República –dada su naturaleza sorpresiva, rápida y violenta- configuran la definición práctica de lo que es un “Golpe de Estado”.
Este fenómeno, forzosamente, ha de repercutir en toda la sociedad, es decir, en todos los campos de la vida general del país.
Las causas son diversas, dada la variedad de tipos de factores que se apersonan en la dinámica gubernamental. Tratando de identificar algo al respecto, podemos establecer que: un motor central es el conjunto de temores que invadieron a las familias poderosas que, tradicionalmente, han dominado a su antojo toda la vida nacional. Esos temores se fundan en las iniciativas que estaban impulsando el Poder Ejecutivo (hoy depuesto) hacia la búsqueda de una Democracia Participativa que, sin lugar a dudas, sería un nivel superior a la cacareada Democracia Representativa que, según la experiencia vivida, a quien menos representa es al pueblo o los intereses nacionales.
Las familias poderosas temieron ver en riesgos las enormes utilidades que obtienen mediante, por ejemplo, negocios con franquicias, las actividades monopólicas u oligopolicas en la industria, el comercio y las operaciones de capital financiero; incluso, abrigaron temores de que fuesen modificados los Tratados de Libre Comercio (en virtud de la adscripción de Honduras a la ALBA). Por todo esto, y más, se sintieron amenazados y decidieron jugarse la aventura de un Golpe de Estado, para continuar manteniendo un régimen de injusticia y, de esta manera, evitar beneficios para las familias de bajos recursos económicos.
lunes, 10 de agosto de 2009
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