jueves, 6 de agosto de 2009

Siete puñales en el corazón de América

From: Casa Caribe

VIRTIN RED INFORMATIVA

Publicado el 5 Agosto 2009 en Fidel Castro Ruz,

Leo y releo datos y artículos elaborados por personalidades inteligentes,
conocidas o poco conocidas, que escriben en diversos medios y toman la
información de fuentes no cuestionadas por nadie.

Los pueblos que habitan el planeta, en todas partes, corren riesgos
económicos, ambientales y bélicos, derivados de la política de Estados
Unidos, pero en ninguna otra región de la tierra se ven amenazados por
tan graves problemas como sus vecinos, los pueblos ubicados en este
continente al Sur de ese país hegemónico.

La presencia de tan poderoso imperio, que en todos los continentes y
océanos dispone de bases militares, portaaviones y submarinos nucleares,
buques de guerra modernos y aviones de combate sofisticados, portadores
de todo tipo de armas, cientos de miles de soldados, cuyo gobierno
reclama para ellos impunidad absoluta, constituye el más importante dolor
de cabeza de cualquier gobierno, sea de izquierda, centro o derecha,
aliado o no de Estados Unidos.

El problema, para los que somos vecinos suyos, no es que allíse hable otro
idioma y sea una nación diferente. Hay norteamericanos de todos los
colores y todos los orígenes. Son personas iguales que nosotros y capaces
de cualquier sentimiento en un sentido u otro. Lo dramático es el sistema
que allí se ha desarrollado e impuesto a todos. Tal sistema no es nuevo en
cuanto al uso de la fuerza y los métodos de dominio que han prevalecido a
lo largo de la historia. Lo nuevo es la época que vivimos. Abordar el asunto
desde puntos de vista tradicionales es un error y no ayuda a nadie. Leer y
conocer lo que piensan los defensores del sistema ilustra mucho, porque
significa estar conscientes de la naturaleza de un sistema que se apoya en
la constante apelación al egoísmo y los instintos más primarios de las
personas.

De no existir la convicción del valor de la conciencia, y su capacidad de
prevalecer sobre los instintos, no se podría expresar siquiera la esperanza
de cambio en cualquier período de la brevísima historia del hombre.
Tampoco podrían comprenderse los terribles obstáculos que se levantan
para los diferentes líderes políticos en las naciones latinoamericanas o
iberoamericanas del hemisferio. En último término, los pueblos que vivían
en esta área del planeta desde hace decenas de miles de años, hasta el
famoso descubrimiento de América, no tenían nada de latinos, de ibéricos
o de europeos; sus rasgos eran más parecidos a los asiáticos, de donde
procedieron sus antepasados. Hoy los vemos en los rostros de los indios
de México, Centroamérica, Venezuela, Colombia, Ecuador, Brasil, Perú,
Bolivia, Paraguay y Chile, un país donde los araucanos escribieron páginas
imborrables. En determinadas zonas de Canadá y en Alaska conservan
sus raíces indígenas con toda la pureza posible. Pero en el territorio
principal de Estados Unidos, gran parte de los antiguos pobladores fueron
exterminados por los conquistadores blancos.

Como conoce todo el mundo, millones de africanos fueron arrancados de
sus tierras para trabajar como esclavos en este hemisferio. En algunas
naciones como Haití y gran parte de las islas del Caribe, sus descendientes
constituyen la mayoría de la población. En otros países forman amplios
sectores. En Estados Unidos los descendientes de africanos constituyen
decenas de millones de ciudadanos que, como norma, son los más pobres
y discriminados.

A lo largo de siglos esa nación reclamó derechos privilegiados sobre
nuestro continente. En los años de Martí trató de imponer una moneda
única basada en el oro, un metal cuyo valor ha sido el más constante a lo
largo de la historia. El comercio internacional, por lo general, se basaba en
él. Hoy ni siquiera eso. Desde los años de Nixon, el comercio mundial se
instrumentó con el billete de papel impreso por Estados Unidos: el dólar,
una divisa que hoy vale alrededor de 27 veces menos que en los inicios de
la década del 70, una de las tantas formas de dominar y estafar al resto del
mundo. Hoy, sin embargo, otras divisas están sustituyendo al dólar en el
comercio internacional y en las reservas de monedas convertibles.

Si por un lado las divisas del imperio se devalúan, en cambio sus reservas
de fuerzas militares crecen. La ciencia y la tecnología más moderna,
monopolizada por la superpotencia, han sido derivadas en grado
considerable hacia el desarrollo de las armas. Actualmente no se habla
solo de miles de proyectiles nucleares, o del poder destructivo moderno de
las armas convencionales; se habla de aviones sin pilotos, tripulados por
autómatas. No se trata de simple fantasía. Ya están siendo usadas algunas
naves aéreas de ese tipo en Afganistán y otros puntos. Informes recientes
señalan que en un futuro relativamente próximo, en el 2020, mucho antes
de que el casquete de la Antártida se derrita, el imperio, entre sus 2500
aviones de guerra, proyecta disponer de 1100 aviones de combate F-35 y
F-22, en sus versiones de caza y bombarderos de la quinta generación.
Para tener una idea de ese potencial, baste decir que los que disponen en
la base de Soto Cano, en Honduras, para el entrenamiento de pilotos de
ese país son F-5; los que suministraron a las fuerzas aéreas de Venezuela
antes de Chávez, a Chile y otros países, eran pequeñas escuadrillas de F-
16.

Más importante todavía, el imperio proyecta que en el transcurso de 30
años todos los aviones de combate de Estados Unidos, desde los cazas
hasta los bombarderos pesados y los aviones cisterna, serán tripulados por
robots.

Ese poderío militar no es una necesidad del mundo, es una necesidad del
sistema económico que el imperio le impone al mundo.

Cualquiera puede comprender que si los autómatas pueden sustituir a los
pilotos de combate, también pueden sustituir a los obreros en muchas
fábricas. Los acuerdos de libre comercio que el imperio trata de imponer a
los países de este hemisferio implican que sus trabajadores tendrán que
competir con la tecnología avanzada y los robots de la industria yanki.

Los robots no hacen huelgas, son obedientes y disciplinados. Hemos visto
por la televisión máquinas que recogen las manzanas y otras frutas. La
pregunta cabe hacerla también a los trabajadores norteamericanos ¿Dónde
estarán los puestos de trabajo? ¿Cuál es el futuro que el capitalismo sin
fronteras, en su fase avanzada del desarrollo, asigna a los ciudadanos?

A la luz de esta y otras realidades, los gobernantes de los países de
UNASUR, MERCOSUR, Grupo de Río y otros, no pueden dejar de analizar
la justísima pregunta venezolana ¿Quésentido tienen las bases militares y
navales que Estados Unidos quiere establecer alrededor de Venezuela y
en el corazón de Suramérica? Recuerdo que hace varios años, cuando
entre Colombia y Venezuela, dos naciones hermanadas por la geografía y
por la historia, las relaciones se volvieron peligrosamente tensas, Cuba
promovió calladamente importantes pasos de paz entre ambos países.
Nunca los cubanos estimularemos la guerra entre países hermanos. La
experiencia histórica, el destino manifiesto proclamado y aplicado por
Estados Unidos, y la endeblez de las acusaciones contra Venezuela de
suministrar armas a las FARC, asociadas a las negociaciones con el
propósito de conceder siete puntos de su territorio para uso aéreo y naval
de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, obligan ineludiblemente a
Venezuela a invertir en armas, recursos que podían emplearse en la
economía, los programas sociales y la cooperación con otros países del
área con menos desarrollo y recursos. No se arma Venezuela contra el
pueblo hermano de Colombia, se arma contra el imperio, que intentó
derrocarlo ya y hoy pretende instalar en las proximidades de la frontera
venezolana sus armas sofisticadas.

Sería un error grave pensar que la amenaza es solo contra Venezuela; va
dirigida a todos los países del Sur del continente. Ninguno podrá eludir el
tema y así lo han declarado varios de ellos.

Las generaciones presentes y futuras juzgarán a sus líderes por la
conducta que adopten en este momento. No se trata solo de Estados
Unidos, sino de Estados Unidos y el sistema. ¿Qué ofrece? ¿Qué busca?

Ofrece el ALCA, es decir, la ruina anticipada de todos nuestros países,
libre tránsito de bienes y de capital, pero no libre tránsito de personas.
Experimentan ahora el temor de que la sociedad opulenta y consumista
sea inundada de latinos pobres, indios, negros y mulatos o blancos sin
empleo en sus propios países. Devuelven a todos los que cometen faltas o
sobran. Los matan muchas veces antes de entrar, o los retornan como
rebaños cuando no los necesitan; 12 millones de inmigrantes
latinoamericanos o caribeños son ilegales en Estados Unidos. Una nueva
economía ha surgido en nuestros países, especialmente los más pequeños
y pobres: la de las remesas. Cuando hay crisis, ésta golpea sobre todo a
los inmigrantes y a sus familiares. Padres e hijos son cruelmente
separados aveces para siempre. Si el inmigrante está en edad militar, le
otorgan la posibilidad de enrolarse para combatir a miles de kilómetros de
distancia, "en nombre de la libertad y la democracia". Al regreso, si no
mueren, les conceden el derecho a ser ciudadanos de Estados Unidos.
Como están bien entrenados les ofrecen la posibilidad de contratarlos no
como soldados oficiales, pero sí como civiles soldados de las empresas
privadas que prestan servicios en las guerras imperiales de conquista.

Existen otros gravísimos peligros. Constantemente llegan noticias de los
emigrantes mexicanos y de otros países de nuestra área que mueren
intentando cruzar la actual frontera de México y Estados Unidos. La cuota
de víctimas cada año supera con creces la totalidad de los que perdieron la
vida en los casi 28 años de existencia del famoso muro de Berlín.

Lo más increíble todavía es que apenas circula por el mundo la noticia de
una guerra que cuesta en este momento miles de vidas por año. Han
muerto ya, en el 2009, más mexicanos que los soldados norteamericanos
que murieron en la guerra de Bush contra Irak a lo largo de toda su
administración.

La guerra en México ha sido desatada a causa del mayor mercado de
drogas que existe en el mundo: el de Estados Unidos. Pero dentro de su
territorio no existe una guerra entre la policía y las fuerzas armadas de
Estados Unidos luchando contra los narcotraficantes. La guerra ha sido
exportada a México y Centroamérica, pero especialmente al país azteca,
más cercano al territorio de Estados Unidos. Las imágenes que se divulgan
por la televisión, de cadáveres amontonados y las noticias que llegan de
personas asesinadas en los propios salones de cirugía donde intentaban
salvarles la vida, son horribles. Ninguna de esas imágenes procede de
territorio norteamericano.

Tal ola de violencia y sangre se extiende en mayor omenor grado por los
países de Suramérica. ¿De dónde proviene el dinero sino del infinito
manantial que emerge del mercado norteamericano? A su vez, el consumo
tiende también a extenderse a los demás países del área, causando más
víctimas y más daño directo o indirecto que el SIDA, el paludismo y otras
enfermedades juntas.

Los planes imperiales de dominación van precedidos de enormes sumas
asignadas a las tareas de mentir y desinformar a la opinión pública.
Cuentan para ello con la total complicidad de la oligarquía, la burguesía, la
derecha intelectual y los medios masivos de divulgación.

Son expertos en divulgar los errores y las contradicciones de los políticos.

La suerte de la humanidad no debe quedar en manos de robots
convertidos en personas o de personas convertidas en robots.

En el año 2010, el gobierno de Estados Unidos empleará 2 200 millones de
dólares a través del Departamento de Estado y la USAID para promover su
política, 12% más que los recibidos por el gobierno de Bush el último año
de su mandato. De ellos, casi 450 millones se destinarán a demostrar que
la tiranía impuesta al mundo significa democracia y respeto a los derechos
humanos.

Apelan constantemente al instinto y al egoísmo de los seres humanos;
desprecian el valor de la educación y la conciencia. Es evidente la
resistencia demostrada por el pueblo cubano a lo largo de 50 años. Resistir
es el arma ala que no pueden renunciar jamás los pueblos; los
puertorriqueños lograron parar las maniobras militares en Vieques,
situándose en el polígono de tiro.

La patria de Bolívar es hoy el país que más les preocupa, por su papel
histórico en las luchas por la independencia de los pueblos de América.
Los cubanos que prestan allí sus servicios como especialistas en la salud,
educadores, profesores de educación física y deportes, informática,
técnicos agrícola, y otra áreas, deben darlo todo en el cumplimiento de sus
deberes internacionalistas, para demostrar que los pueblos pueden resistir
y ser portadores de los principios más sagrados de la sociedad humana.
De lo contrario el imperio destruirá la civilización y la propia especie.

Fidel Castro Ruz
Agosto 5 de 2009
11 y 16 a.m.

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