lunes, 3 de agosto de 2009

NUESTRA PATRIA Y LA DEL CANCILLER.

From: Víctor Manuel Ramos

Estafeta

El 14 de junio de 1988, siendo Canciller el Sr. López Contreras, actual Ministro del Interior, porque el país está completamente aislado y no hay relaciones diplomáticas normales con ningún país del mundo, publiqué en Diario Tiempo un artículo que, por las similitudes que ahí se contienen con la situación actual que vive en país, he querido reproducirlo íntegramente.

El Canciller de la República, cuya política ha conducido al país al actual callejón sin salida en que se encuentra, responde, con inusitada bravura, cada vez que cualquier medio se refiere críticamente a sus desacertadas actuaciones.

Respondiendo alas posiciones de diario TIEMPO, ha querido confundir el concepto de patria que tenemos quienes amamos entrañablemente este jirón de tierra, con el concepto que se maneja en la cancillería. De esta manera enrostra al director de TIEMPO, pretendiendo señalarlo como enemigo de Honduras por su posición auténticamente patriótica. Ya en 1841, el Paladín de la unidad centroamericana, General Francisco Morazán, definió con claridad meridiana el concepto de patria y el de falsa patria que profesan algunos, sobre todo los que se hallan colocados en el poder. En el famoso MANIFIESTO DE DAVID, nuestro héroe se dirigió al pueblo centroamericano, para definir, con el más acendrado patriotismo, la auténtica patria, la patria por la cual luchó con sus ideas y su espada, hasta caer vencido por quienes, desde entonces, vienen disfrutando de las canonjías del poder a costa de la desfiguración de la auténtica idea de patria.

Leamos el Manifiesto de David y veremos como pareciera fue escrito ahora y que lo que ahí se señala es, ni más ni menos, la realidad nuestra de este momento. Trataremos de hacer algunas aproximaciones para demostrar como también podemos distinguir ahora dos patrias: la auténtica, sustentada en el pensamiento morazanista y el de otros patricios; y, la falsa, que es la que predican en la cancillería.

En nuestra patria, Honduras es un Estado de derecho, soberano, constituido como república, libre, democrática e independiente; en la patria del canciller, las decisiones soberanas del Estado de Honduras están sometidas al irresistible imperio del Norte.

En nuestra paria, pertenecen a Hondura las islas, islotes y cayos y su mar adyacente, señalaos en el artículo 10 de la Constitución de la República; en la del canciller algunos de estos cayos pertenecen a Colombia.

En nuestra patria el derecho ala vida es inviolable (Art. 65); en la patria del canciller han desaparecido más de cien ciudadanos hondureños de los cuales el gobierno no da razón.

Por este asunto, Honduras, la del canciller, se encuentra enjuiciada en la Corte Interamericana de Derechos humanos. En nuestra patria se prohíbe la pena de muerte y nadie debe ser sometido torturas, a penas ni tratos crueles, inhumanos o degradantes; en la patria del canciller, día con día aparecen denuncias en los periódicos de horrorosas torturas a las que son sometidos muchos hondureños por parte de las autoridades.

En nuestra patria las Fuerzas Amadas se instituye para defender la integridad territorial y la soberanía de la república; en la del canciller, son necearías las tropas extranjeras para defender la soberanía nacional; y también es posible la presencia de tropas irregulares de la contra nicaragüense realizando fechorías en contra de la población nacional.

En nuestra patria se reconoce la garantía de Habeas corpus o de exhibición personal; en la patria del canciller esta garantía no existe porque la pisotean los militares.

En nuestra patria los hondureños tienen derecho a una vivienda digna; en la del canciller, se entiende por vivienda digna los cuchitriles de la Colonia El Sitio.

En nuestra patria toda persona tiene derecho al trabajo; en la del canciller, la cantidad de desempleados que tienen que dedicarse a la delincuencia es enorme.

En nuestra patria, todos los hondureños están protegidos por la ley y el Estado; ningún Estado extranjero podrá intervenir en los asuntos internos de nuestro país y mucho menos atropellar, en nuestro territorio, los derechos de los hondureños; en la patria del canciller, la patria de la profilaxis social, es permitido que la policía de otra nación secuestre a los ciudadanos hondureños dentro de nuestras fronteras.

En nuestra patria, corresponde al Congreso Nacional declarar la guerra y hacer la paz; en la patria del canciller, esa potestad ha sido transferida a Mister Reagan, quien incluso se toma la libertad de enviar tropas a nuestro suelo a espaldas de la decisión de las autoridades nacionales.

En nuestra patria el Estado se ha organizado para asegurar a sus habitantes el goce de la justicia, la libertad, la cultura y el bienestar económico y social; en la patria del canciller, el Estado es más importante que los hondureños y por eso prevalecen las doctrinas de la seguridad nacional por encima de la doctrina de la seguridad de los ciudadanos.

En nuestra patria los infantes tienen derecho a la más alta y esmerada protección; en la patria del canciller, los niños trabajan para sobrevivir, duermen debajo de los puentes y son objeto de abuso por parte de los mayores.

En nuestra patria existe el derecho del pueblo a su autodeterminación: la soberanía pertenece al pueblo, reza la le fundamental; en la patria del canciller, los pueblos centroamericanos no tienen la libertad de escoger su opción política ni a ser los artífices de los destinos de sus propios países.

En nuestra patria es libre la emisión del pensamiento; en la patria del canciller, la crítica a sus acciones es antipatriótica y traidora.

Y podríamos seguir caracterizando las dos patrias, si es que en realidad se puede hablar de dos patrias, y veremos que el Manifiesto de David y la realidad actual tiene su congruencia extraordinaria. Corresponde a los auténticos patriotas hondureños rescatar la patria, la nuestra, no la del canciller, para que, por fin, el ideal morazánico sea una realidad y Honduras figure en el sitial de las naciones dignas y respetuosas de los derechos de sus ciudadanos y de los vecinos del mundo.

Porque nuestra patria es precisamente la que caracterizó y defendió con su espada Francisco Morazán.

Ahora agrego: en nuestra patria al Presidente lo eligen los hondureños; en la del Canciller, los militares.

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