From: "Columna de Amy Goodman"
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Por Amy Goodman
El domingo se produjo en Honduras el primer golpe de Estado en América Central en más de un cuarto de siglo. En horas de la madrugada, el Ejército hondureño irrumpió en la residencia presidencial, secuestró al presidente constitucional Manuel Zelaya y lo trasladó en avión a un exilio forzado en Costa Rica. El golpe, liderado por el general hondureño Romeo Vásquez, ha sido condenado por Estados Unidos, la Unión Europea, las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y por todos los países vecinos de Honduras. La población reaccionó con manifestaciones masivas en las calles hondureñas y hay rumores de que sectores militares leales a Zelaya se estarían rebelando contra los golpistas.
Estados Unidos tiene una larga historia de dominación en el hemisferio. El Presidente Barack Obama y la Secretaria de Estado Hillary Clinton tienen la oportunidad de cambiar el curso de esta historia y apartarse de una tradición oscura de dictaduras militares, represión y muerte. Obama esbozó ese rumbo en su discurso en la Cumbre de las Américas en abril de este año: “Sé que en el pasado las promesas de asociación no han sido cumplidas y que la confianza se gana con el tiempo. Si bien Estados Unidos ha hecho mucho para promover la paz y la prosperidad en el hemisferio, ha habido veces en las que hemos sido omisos y otras en las que hemos querido imponer nuestras condiciones. Pero yo les aseguro que lo que buscamos ahora es forjar una asociación en pie de igualdad. En nuestras relaciones no hay un socio mayoritario y otro minoritario”, afirmó Obama.
Dos figuras que conocen bien la tradición estadounidense de imponer sus condiciones son el Dr. Juan Almendares, médico hondureño premiado por su actividad en defensa de los derechos humanos y que también fue candidato en las elecciones presidenciales en las que resultó electo Zelaya, y el religioso estadounidense Roy Bourgeois, un sacerdote que lucha desde hace años por el cierre de la Escuela de las Américas (SOA, por sus siglas en inglés), institución con sede en Fort Benning, Georgia, Estados Unidos. Ambos vinculan el golpe en Honduras con la Escuela de las Américas.
La SOA–que en el año 2000 fue rebautizada con el nombre de Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (WHINSEC, por sus siglas en inglés)–es un establecimiento militar estadounidense dedicado a entrenar a miembros de los Ejércitos latinoamericanos. Más de 60.000 militares han pasado por las aulas de la Escuela de las Américas. Muchos de ellos al retornar a sus países han cometido violaciones de los derechos humanos y ejecuciones extrajudiciales y torturado y masacrado a sus compatriotas.
Almendares, perseguido por el ejército y los escuadrones de la muerte hondureños, ha sufrido en carne propia esa capacitación. Almendares conversó conmigo desde la capital hondureña, Tegucigalpa: “Es mentira que el pueblo está apoyando el golpe. Eso no es verdad. Los que están apoyando son en su mayoría miembros de los cuerpos de reserva militares, alguna gente de la clase dominante y alguna gente que está a favor de reprimir al pueblo. De manera que el golpe no tiene apoyo. Tiene el apoyo de los torturadores, de los mismos golpistas y de alguna gente que está a la cabeza de este proceso y que fue entrenada en la Escuela de las Américas. Tenemos que hacer hincapié en eso. ¿Qué necesidad de dar un golpe si se tiene el apoyo del pueblo? ¿Por qué se oponen a que se realice una simple encuesta legal para preguntarle a la gente si está de acuerdo o no en tener una nueva constitución? No quieren darle nada al pueblo.”
El padre Roy Bourgeois nació en Louisiana e ingresó a la Iglesia Católica como sacerdote en 1972. Trabajó en Bolivia hasta que fue expulsado por el dictador de ese país, el general Hugo Banzer, un ex alumno de la SOA. Ante el asesinato del Arzobispo Oscar Romero y el homicidio de cuatro religiosas católicas estadounidenses en El Salvador en 1980, Bourgeois denunció que algunos de los asesinos habían sido entrenados en la Escuela de las Américas de Fort Benning. Luego de que en 1989 fueran asesinados en El Salvador seis sacerdotes jesuitas, su casera y la hija adolescente de esta, Bourgeois fundó la organización SOA Watch (el Observatorio de la Escuela de las Américas) desde donde ha gestado un movimiento mundial para cerrar la institución.
El general Vásquez, quien encabezó el golpe hondureño, asistió en dos oportunidades a la SOA: en 1976 y 1984. El general de la Fuerza Aérea Luis Javier Prince Suazo, quien también participó en el golpe, recibió entrenamiento en la Escuela de las Américas en 1996.
La oficina del Observatorio de la Escuela de las Américas en la que trabaja Bourgeois está ubicada a pocos metros de las puertas de Fort Benning. En los últimos años, la labor de Bourgeois se ha visto frustrada por el creciente hermetismo de la SOA/WHINSEC. Bourgeois me dijo: “Es bien sabido en América Latina que esta institución es un escuela de entrenamiento para golpistas. (…) Once dictadores pasaron por sus aulas. Cada vez que en las últimas décadas ha habido un golpe, como el que ocurrió ahora en Honduras, se ha comprobado que existía una conexión directa a esta Escuela. (…) Pretenden darle una imagen de institución democrática y transparente, pero hace más de cinco años que no nos brindan información sobre la identidad de los que se entrenan allí. La semana pasada, sin embargo, tuvimos un pequeño destello de esperanza cuando la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó una enmienda al proyecto de la Ley de Autorización en Materia de Defensa, por la cual se obligaría al Pentágono a divulgar los nombres, grados militares, cursos tomados y país de origen de todos los que se entrenan en la institución. (…) Hablan de transparencia y democracia, pero esta Escuela es un impedimento a la democracia y a la gran transformación que se está dando en América Latina.”
La enmienda aún debe pasar por el comité conjunto de las dos cámaras.
El padre Bourgeois habla con la misma urgencia que lo ha caracterizado desde que comenzó su labor hace casi tres décadas. No es ningún desconocido para las autoridades de Fort Benning, donde fue arrestado por primera vez hace más de 25 años. En aquella oportunidad lo encontraron trepado una noche a un árbol cercano a los cuarteles donde se alojaban los soldados salvadoreños que estaban recibiendo entrenamiento en la SOA.
Desde su puesto en el árbol, Bourgeois trasmitía a todo volumen una grabación de la última homilía pronunciada por el Arzobispo Romero justo antes de ser asesinado. Sus palabras estaban dirigidas directamente a los soldados salvadoreños: “En el nombre de Dios, en el nombre de nuestro pueblo atormentado, que ha sufrido tanto y que eleva su lamento al Cielo, les urjo, les suplico, les ordeno: paren la matanza”.
Hoy, a casi 30 años del asesinato de Romero, en un país vecino a su patria salvadoreña, Estados Unidos tiene la oportunidad de cambiar el rumbo y apoyar las instituciones democráticas de Honduras. Tiene la oportunidad de revertir el golpe.
viernes, 3 de julio de 2009
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