From: furiales
Estoy sentada frente a la computadora a miles de kilómetros de mí país: Honduras. Un nombre que hoy me duele profundamente en el pecho al pronunciarlo. Creo que todos los Hondureños en el extranjero compartimos este sentimiento, pero sobretodo compartimos el deseo de pisar tierra Morazánica y hacer escuchar nuestra voz al unísono con todos los compatriotas que ahora defienden la integridad de nuestro pueblo.
Este Golpe de Estado no sólo atenta contra un gobierno elegido democráticamente por el pueblo sino también contra nuestros derechos universales sobre todo cuando el Congreso Nacional Hondureño aprueba leyes que eliminan las libertades ciudadanas. Por esto las Naciones Unidas y la OEA junto con otras organizaciones han condenado el movimiento golpista que ahora gobierna nuestro país.
Cientos de voces se han levantado en el mundo ofreciendo un ferviente apoyo al presidente Manuel Zelaya, que más allá de los aciertos y errores en desarrollo de sus funciones como gobernante de Honduras debería haber obtenido un trato justo y humano. Sé que a nadie en el mundo, incluyendo a los que están apoyando al Golpe de Estado o como quieran llamarle, les gustaría levantarse con el frío sonido de los disparos frente a su puerta.
Me conmueve la lucha comprometida que realizan nuestros compañeros periodistas tanto nacionales como internacionales con la transmisión objetiva de los acontecimientos, evadiendo con todas las fuerzas el bloqueo informativo que tristemente ha hecho enceguecer a una parte de la población.
Pasan los días y sigo viendo a un pueblo humilde y entregado luchando por una causa noble y justa como lo hicieron nuestros antepasados, mientras las fuerzas armadas encargados supuestamente de nuestra seguridad, los golpean, insultan, secuestran, aprisionan y arrestan. Trato de contener las lagrimas pero es la sangre de mi pueblo la que se derrama, son las voces de miles de Hondureños las que son acalladas por el sonido de las metralletas. Como dice uno de los versos de Roberto Sosa: “Entré en la casa de la justicia de mi país y comprobé que es un templo de encantadores de serpientes”.
Me pregunto: ¿qué nos queda a los hondureños?
Nos quedan unas naciones unidas declarando su disconformidad con lo sucedido, una OEA dando plazos de 72 horas para que todo se normalice, miles de manifestaciones en el mundo en contra del golpe de estado, un bloqueo económico mundial, un capítulo imborrable para la historia de la humanidad, pero más allá de todo nos queda la certeza de que sólo el pueblo puede revocar está situación. Cada hondureño que ahora escribe, marcha, grita, toma fotografías, en fin cada hondureño que protesta está asegurando un mejor mañana para nuestra nación.
Invito al pueblo a que este sábado con la llegada del presidente constitucional de Honduras, levante más que nunca sus gritos a favor de la democracia que es para el pueblo y por el pueblo.
Como algún día pronunció nuestro filósofo “Rafael Heliodoro Valle”:
“No vuelvas al pasado, no mires tu ignorancia, que el futuro está en flor aun puedes cultivarlo; no la gastes, ahórrala, no para el odio estéril; no vuelvas al pasado que te puso en el mapa con horrendos colores, y que manchó tu azul y tu blanco y tus pinos, que son la primavera. La imagen del futuro te aguarda como novio, a tu puerta, sonando su guitarra con el cuello adornado de jazmines insignes”.
Hoy compañeros, amigos y hermanos tengo la certeza de que un nuevo amanecer le espera a nuestra Honduras.
Gloria Irías Alvarenga.
Buenos Aires 2009.
viernes, 3 de julio de 2009
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