De ISadora...
Las nuevas autoridades de facto de la Secretaria de Cultura, Artes y Deportes, representadas por la diputada Myrna Castro se han propuesto declarar la guerra al espíritu libre y al pensamiento. Han iniciado persecuciones, despidos, manipulaciones y coerción con el fin de depurar la institución de sus propios fantasmas. Vuelven los paracaidistas, gente inexperta e incompetente, guiados además por una visión bastante primaria y reducida de la cultura.
Hasta antes del golpe, hablar de cultura, significaba hablar de gobernabilidad, de equidad y de derecho. Ahora se hace prácticamente imposible sostener una lógica de movilización social, de participación, de fortalecimiento de lazos comunitarios, de repensar, en el marco de una pluralidad, al ¨ciudadano¨ expresado en todo su potencial creativo.
Los procesos de democratización y descentralización que veníamos trabajando se revierten, queda en negativo la política cultural que resguarda la diversidad y a su vez es un retroceso en la conformación de una cultura política sana, abierta y dialogante en el país.
Ahora la multitud de ciudadanos que pretendemos ejercer nuestro derecho a participar, a condenar la violencia y a proponer desde la diversidad de visiones, somos considerados apátridas, una suerte de gentuza del otro ¨bando¨, porque manifestamos corrientes de opinión distintas que son incapaces de entender.
Para quitarse de encima un ¨problema¨, es decir al pueblo manifiesto, al pueblo participando de manera activa de su destino, para acabar de una vez por todas con la cultura o con cualquiera que no sea la suya, las autoridades de facto están recurriendo a acciones represivas que solo se encontraban en manuales de adoctrinamiento psicológico militar de las épocas golpistas que se pensaban superadas en América Latina, o en tratados de supersticiones, idolatrías, hechicerías, ritos etc., etc... que se usaban para la ¨Nueva España¨, la versión colonizadora de la cacería de brujas.
Como ciudadana, artista y trabajadora de la cultura es un deber manifestarme cuando los de facto hablan de prohibir, censurar, borrar, quemar y castigar la humanidad que se exprese en todas aquellas obras, que les resulten incomprensibles y amenazantes.
No cedamos nuestros derechos a gobiernos de factos (golpistas) a la libertad de expresión, creación y manifestación, a tener una institucionalidad eficiente al servicio del arte, del artista, de la cultura y de la identidad nacional.
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