viernes, 17 de julio de 2009

La democracia que se nos continúa ofertando

From: Alex Darío Rivera M.*

La democracia que se nos continúa ofertando

Hoy en día, parece ser que el concepto de democracia cada vez expresa
menos. Para muchos no deja de ser solo una palabra, una expresión y
un término que de andar de boca en boca, se ha quedado afónico, en el
mejor de los casos disfónico o simplemente irreconocible, confuso. Al
ciudadano común, de tanto percibir el uso y el abuso de la frase
oedemocracia en distintas prédicas y enfoques, a veces no le permite
con claridad identificar políticamente a quien la utiliza, otras
veces es empleada como un recurso demagógico para capturar la
atención de las sociedades o para camuflajear posturas ideológicas
que lejos de favorecer la participación del común del pueblo, limitan
o condicionan esa posibilidad, conservando su ejercicio
exclusivamente a los grupos de poder. Todos conocemos que el canal
para verter esas posturas oedemocráticas y permeabilizar a una
sociedad como la nuestra, cuya interpretación de la realidad está
supeditada a lo que percibe en las emisoras, la televisión y los
periódicos, medios
que claramente están al servicio de los que quieren ocultar al pueblo
nuevas y verdaderas posibilidades de participar como sujetos
políticos. A diario escuchamos que organismos internacionales,
empresas multinacionales, los Estados más "ricos" del mundo,
dirigentes políticos, económicos y sociales y hasta los politiqueros
golpistas hacen uso del término democracia para justificar sus
ilegítimas acciones o criticar lo que se pretende hacer en el camino
hacia nuevos paradigmas democráticos; ahora bien, lo realmente
interesante en esto, es que si recuperamos su sig?ifica?o oeoriginal,
es decir, la dinámica transformadora que históricamente ha generado,
nos daríamos cuenta que esa frase ha sido usurpada, tergiversada y
desnaturalizada, por tanto, urge recuperar su profunda acepción.

Actualmente esta clase social, económica, política, militar y
clerical que se ha instaurado de facto en el gobierno hondureño,
pretende hacernos creer que el ejercicio democrático no va más allá
de la igualdad de voto y de la libertad de elección de candidatos y
partidos políticos que se disputan los caudales públicos, sin lugar a
dudas, estas reglas son significativas, pero el verdadero concepto de
democracia no se puede minimizar y confundir con esas oenormas que no
son más que eso (reglas) dentro de su verdadero significado. Bajo esa
falaciosa y malintencionada facundia conceptual en torno a la
democracia, no se nos menciona que la democratización no solo tiene
que ver con una igualdad jurídica, sino que tiene implicación con una
igualdad social y económica que se pretendía comenzar a impulsar con
el proceso que irrumpió la oligarquía el día 28 de junio por el temor
que les genera escuchar expresiones de reivindicación de la
utopía social y la búsqueda de la igualdad verdadera en los seres
humanos de toda condición.

Ese discurso democrático que se nos repite a diario y, que percibe la
democracia exclusivamente como "voto y partidismo", se ha instalado
en las escasas concepciones políticas de los hondureños, provocando
un profundo vacío y mu tilación de nuestras posibil idades de
incidencia en los engranajes gubernamentales, pese a ello, nos da una
ilusoria sensación y certeza de ciudadanía; percepción irreal, puesto
que carecemos de una fehaci?nte capacidad de ?nfluir y convenir en la
toma de decisiones que nos competen directamente; tal es el caso de
la crisis que atraviesa la denominada democracia representativa,
misma que de manera acelerada se deslegitima al evidenciar que los
supuestos representantes de los oeciudadanos no están en función de
sus intereses, sino d? una clase privil?giada que es a la que
verdaderamente representan; un claro ejemplo, la actitud del Congreso
Nacional que se atribuyó en nombre de un supuesto oepueblo que representa, nombrar arbitrariamente a un Presidente de la República que el verdadero pueblo, no avala y demanda su destitución.

Ahora bien, como dice Joan Subirats: "la democracia no tiene porque
verse como un fin en sí misma", en todo caso, no albergaría tanta
importancia; el gran desafío de la democracia es como nos alumbra la
senda para la consecución de una sociedad justa, donde la libertad y
la igualdad no sean solo enunciados idealísticos, sino que nos
conduzca a desaprender los vicios ?estrictivos y formalistas
heredados de éste anticuado model? de democracia que ha germinado y
robustecido en este sistema económico capitalista. Esta nueva
tendencia democrática nos debe permitir consolidar un sentido crítico
de la realidad a tal punto que nos convenza que somos entes que
podemos modificarla favorablemente en fun?ión del bien común, un
espacio societal, donde el ser human? y nuestro universo sea visto y
entendido como un todo, que soslayemos lo material ante los pequeños
detalles que nos da la vida, donde el nosotros impere sobre el yo y,
por ende, la acumulación desmedida no sea la prioridad humana; una
democracia que nos lleve a un punto de encuentro, donde las relaciones humanas, no
sean necesariamente mercantiles, pues al fin y al cabo, la economía
solo es un artilugio humano a favor de los seres humanos y no a la
inversa, por eso es que esta visión de democracia, mueve los miedos
de las oligarquías, porque evidentemente obligaría poner límites a
ese enfoque avorazado de la expansión del poder empresarial que han
aseverado la injusticia, la desigualdad y nos presenta un borroso
hoy, donde el mañana para muchos, sigue pareciendo desesperanzador.

*Alex Darío Rivera M: Educador y Promotor Cultural Santabarbarense,
Licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Pedagógica
Nacional "Francisco Morazán", autor del libro de poesía
Introspecciones Extintas. E mail: alexdesantabarbara@yahoo.com

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