Oscar Amaya Armijo
Es tanta la irresponsabilidad de quienes concibieron esta aventura,
que no advierten la encrucijada en la que nos metieron. Después de
esta semana, la posibilidad de retroceder de la aventura, será
ínfima, dada la velocidad con que se desarrollan los acontecimientos.
Pareciera que los estrategas del bloque de poder dominante, carecen
de la capacidad de lectura para interpretar la coyuntural actual y su
dinámica. No se han dado cuenta, por ejemplo, que la resistencia
popular se incrementa cada día y que le busca creativamente salidas a
los cercos represivos impuestos por los aparatos de represión del
estado.
No se han dado cuenta estos sectores que han creado las condiciones
para que se desate, mas temprano que tarde, una guerra civil de
incalculables daños entre los hondureños, guerra que será
cualitativamente distinta a las montoneras organizadas en los
postrimerías del siglo XIX y a principios del XX, las que se
circunscribían en peleas intestinas entre los partidos liberal y
nacional, bajo el auspicio de las compañías bananeras de origen
norteamericano, para el control del territorio nacional.
No se han enterado que rompieron con el supuesto policlasismo que
caracterizaban a los viejos partidos, dejando al descubierto las
contradicciones de clase propios del sistema de producción
capitalista. Sin proponérselo, han venido usando el aparato
ideológico de dominación espiritual, como son los medios de
comunicación social, para fomentar el odio entre las clases. Esta
fisura es lo que marcará el carácter fundamental de la
confrontación y, dado los intereses económicos en pugna, será
sumamente dolorosa.
No se han dado cuenta estos sectores, que han quebrado en dos, la
columna vertebral de la estabilidad social y política el país. Por
ejemplo, en lo político, el golpe de estado inicia un proceso de
demolición de los viejos partidos, escindiéndolos; a tal grado, que
lo que quedará de ellos, terminará, por lo que se aprecia, uniéndose
para enfrentar un poderoso movimiento político y de masas jamás visto
en la historia del país, y que ya se vislumbra como un contendiente
en próximos comicios electorales.
No se han dado cuenta estos sectores que encendieron un fuego donde
ni siquiera había amenaza de incendio. Por ejemplo, un destacado
miembro del ejército aseguró que habían perpetrado el golpe para
evitar un derramamiento de sangre, Sin embargo, esta medida, lo que
esta provocando es lo contrario: que la mayoría de los hondureños
pongamos los mutilados y los muertos, en una lucha egoísta de unos
pocos por mantener sus privilegios de clase.
No se han dado cuenta estos sectores, en su ceguera secular, que la
tarea urgente, en este momento crucial de nuestra historia, es echar
marcha atrás, desmontar la aventura descabellada, restañar
pacíficamente las heridas y evitar la sangría entre los hondureños.
Quítense sus lentejuelas de cemento señores y volvamos, por ahora, a
la lucha cívica, a las propuestas pacíficas esbozadas antes del golpe
de estado. Es lo más conveniente, al menos que la sinrazón, el
egoísmo y la avaricia les corroa el alma.
martes, 14 de julio de 2009
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