jueves, 16 de julio de 2009

Queridos amigos y amigas de Centroamérica

From: Armando Daza
 
La situación de Honduras obliga a actuar con más fuerza contra los golpistas, quienes intentan llegar hasta noviembre, hacer elecciones y traspasar el mando en enero de 2010. Esa es su pensada. Crear una situación de hecho que obligue al mundo a reconocer al nuevo gobierno, surgido de unas elecciones ilegales y sin la participación de la oposición: UD, liberales que siguen a Zelaya, movimiento social y gente descontenta con el golpe y los partidos tradicionales. Por eso no aceptan el retorno de Zelaya, aún sin cuarta urna, pues con Zelaya adentro se reagruparían todas esas fuerzas de izquierda y democráticas y se conformaría una tercera opción electoral con muchas posibilidades de éxito en las elecciones de noviembre. Zelaya rompería con el Partido Liberal y, junto a Carlos Reyes y otras figuras del movimiento social, crearía un movimiento tan fuerte que en noviembre liquidaría el bipartidismo tradicional, con la candidatura de Reyes o Patricia Rodas. La derecha lo sabe y por eso no quiere negociar nada, ni el fin de la cuarta urna y el retorno de la institucionalidad quebrantada. Sobre todo perderían los liberales, pues Zelaya ya les arrancó parte de sus bases. El Partido Nacional ganaría en noviembre, pero una nueva fuerza irrumpiría en el escenario electoral. De hecho, pase lo que pase en noviembre, ya el bipartidismo en Honduras tiene los días contados.
 
Por lo anterior, el regreso de Zelaya sin cuarta urna sería un gran avance. La Constituyente y la reforma constitucional se postergaraín, pero se avanzaría en la creación de una opción de izquierda y democrática. Ese sería un paso gigantesco en Honduras. Esa es la ganancia de todo esto. Si Zelaya no hubiera inventado la cuarta urna, no se hubiera dado el golpe y las elecciones de noviembre fueran las tradicionales, con los liberales y nacionales dominando el 90% de los votos. Esa realidad ya cambió. La correlación de fuerzas es otra, en los hechos. Pero los golpistas tratan de que dicha realidad no se exprese en noviembre, con votos. Tratan de llegar a esas elecciones sin la participación de las fuerzas nuevas, emergentes. Por eso intentan dejar a Zelaya en el exilio. Y los gringos, por supuesto, están detrás de todo, como siempre.
 
Ante ese escenario, solo quedan dos caminos, separados o unidos:
 
1. Que Zelaya entre por algún lado y aparezca en un mitin con 100,000 personas. EL movimiento crecería de tal manera que los golpistas tendrían que optar por dimitir o ir a la guerra civil, en un escenario internacional adverso para ellos. Los gringos, finalmente, les doblarían las manos.
 
2. Que las organizaciones sociales de la región paralicen las fronteras por cinco días. Hay que reeditar el paro fronterizo de octubre de 2002, cuando las organizaciones que integraban el Foro Mesoamericano se tomaron las fronteras de los países y detuvieron el comercio por más de un día. Aquella vez se hizo en contra del TLC, el ALC y el Plan Puebla Panamá. Hoy la demanda sería el retorno de Zelaya y la salida de los golpistas del poder.
 
Si en el 2002 se hizo a pesar de haber gobiernos de derecha, hoy se debe hacer mejor, pues los gobiernos de El Salvador, Nicaragua y Guatemala serían, al menos, tolerantes con esas acciones. Deberían hacerlos ellos, pero se ven muy temerosos. Es un error que Funes, Daniel y Colón no cierren las fronteras por otros cinco días, tiempo suficiente para doblarle las manos a los golpistas. Parece que no entienden que si el golpe se consuma sería el primer ensayo y que los gringos harían más diabluras, pues están decididos a revertir los procesos latinoamericanos, al menos a intentar hacerlo.
 
Ante la parálisis de los gobiernos, el movimiento social debe actuar por su cuenta. Hoy es cuando más se necesita que sea independiente, que actúe solo. No hay que atarse a los gobiernos. Hay que actuar contra los golpistas aunque los gobiernos sigan trancados. Hay que ir a las fronteras a detener el comercio con Honduras. Las policías de Nicaragua y El Salvador podrían tolerar dichas acciones. Hay que hablar con sus mandos.
 
Paralizar las fronteras es clave, pues Honduras vende en la región por 1,600 millones de dólares y compra por una cantidad mucho mayor. La quiebra de comercios en Honduras arrastraría a los bancos y bajaría los ingresos fiscales. La economía entera se vería afectada. Habría escasez de alimentos y crecería el desempleo. Mucha gente afectada se sumaría a la lucha contra los golpistas. Y los empresarios, que con solo dos días de paro pidieron negociar, presionarían al gobierno de facto para que negocie de verdad. Por lo menos para eso. Un pilar de los golpistas podría empezar a resquebrajarse.
 
Por otra parte, una acción como la que sugiero, de parte de los movimientos sociales de la región, levantaría el ánimo del movimiento social hondureño, que tiende a cansarse, como es lógico. Esa acción solidaria sería maravillosa. Además, hay que recolectar dinero, sin decirlo, y entregárselo en las fronteras a las dirigencias sociales de Honduras. Los partidos (FMLN y FSLN) pueden facilitar dinero. Hay que hablar con sus dirigencias.
 
Un abrazo.
 
César Villalona

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