miércoles, 15 de julio de 2009

MILITARES ENEMIGOS DE LA DEMOCRACIA

From: Alejandro Casco.

PERIODISTA: ALEJANDRO CASCO

Los militares hondureños en 1982 aceptaron el poder civil porque no les quedó otra alternativa de disminuir las tensiones en América Central ante el triunfo sandinista en Nicaragua en julio de 1979 y un probable triunfo armado en la década del 80 del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional en El  Salvador.

En ese momento los jerarcas castrenses tuvieron que concentrarse en los cuarteles, pero usufructuando un presupuesto multimillonario y asegurando la impunidad para no ser investigados en la corrupción administrativa durante rectoraron el Estado en la década de 1970.

Este status negociado por los políticos de la oligarquía  y terrateniente criolla, a través de los Partidos Tradicionales (Liberal y Nacional), significó dejar tras bambalinas a quienes tienen las bayonetas, pero siempre con el ojo avizor de mantener el status quo, a fin de favorecer a las transnacionales y los grupos de poder en el país.

El ejército como institución armada su formación es infundir conceptos de fanatismo hacia los militares y un  odio furibundo  a los  civiles que, a través del trabajo genera ingresos para el sostenimiento del Estado..

En los cuarteles a los reclutas en horas de la madrugada les hacen repetir como marionetas que el ejército es su padre, su madre y que los civiles son una basura, de ahí el por qué cuando el pueblo es reprimido se comportan salvajemente, no importándoles si en la manifestaciones están presentes niños, mujeres o ancianos...
 
 Tal conducta  identifica a  las Fuerzas Armadas como el protector de los intereses de los propietarios de los medios de producción. En Honduras se venía insistiendo que los militares eran no deliberantes y obedientes, sin embargo, el 28 de junio recién pasado, cuando sus amos, los empresarios, les ordenan dar un golpe de Estado no vacilan y destituyen al Presidente Constitucional de la República, Manuel Zelaya Rosales.

Con el golpe de Estado, donde los militares se han manchado de sangre al asesinar a dos jóvenes en la marcha pacífica del domingo 5 de julio, en las cercanías del Aeropuerto Toncontín, y reprimido salvajemente a concentraciones frente a la Casa Presidencial el 1 de julio, provocando gran cantidad de heridos y detenidos, indica que los verdaderos políticos habrán de realizar un cambio estructural de las Fuerzas Armadas.

Será justo tener un instituto armado que únicamente produce gastos onerosos, mientras el país sufre necesidades apremiantes en el área de salud, educación, empleo y vivienda. Por ello, entre las alternativas es disminuir el número de efectivos en las filas castrenses y castigar severamente a los oficiales involucrados en el cuartelazo.

Evaluando los parámetros de progreso en la vecina república de Costa Rica, donde no hay ejército y ese país se ahorra cifras multimillonarias, por tanto, Honduras no debe ser la excepción en la próxima Asamblea Nacional Constituyente.

Y es que el ejército de Honduras no ha tenido un papel de prestigio en la Sociedad Hondureña, por ejemplo cuando tenía que defender la Soberanía Nacional con la invasión de la oligarquía salvadoreña si el pueblo hondureño no interviene los militares cuscatlecos hubieran estado desayunando, almorzando y cenando en Tegucigalpa en julio de 1969.

En aquel momento, los cuarteles estaban vacíos, en cambio, los jefes militares tenían en las planillas soldados fantasmas, mientras los millones destinados a pagar los salarios de los supuestos salarios eran embolsados por los jerarcas castrenses.

Valdrá la pena en mantener un ejército con estas características, en tal sentido se tiene que tener solamente una policía de protección interna, máxime que en el siglo 21 no hay peligro de guerras entre países, por lo que hay que luchar es contra la pobreza.

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