sábado, 4 de julio de 2009

Mensaje del Director del IIDH ante los graves acontecimientos en Honduras

De: Jorge Padilla

“Hacen falta la prudencia y la sensatez, pero es un compromiso de todos respetar los derechos humanos en Honduras”.

Mensaje del director del IIDH, Roberto Cuéllar M., ante los graves acontecimientos en la República de Honduras

San José, Costa Rica, 3 de julio de 2009. El Instituto Interamericano de Derechos Humanos ha seguido con atención y mucha preocupación los graves hechos que culminaron con el rompimiento del orden constitucional en Honduras, la madrugada del 28 de junio pasado. Comandos de las fuerzas armadas capturaron al Presidente de la República, violando su domicilio y, sin ninguna información, fue expulsado del país en una aeronave de la Fuerza Aérea Hondureña. 

La crisis en Honduras se pudo prever. Pero hoy, ante los hechos consumados, la defensa de la democracia ha suscitado un consenso jamás logrado ante otras situaciones de facto. Como consecuencia de esta delicada situación ya se han pronunciado organismos regionales y multilaterales; y, lo han hecho también todos los presidentes de la región, incluyendo los de Estados Unidos y Canadá. Sus manifestaciones han sido contundentes y exigen sin reparos la restauración del ordenamiento de derecho y el retorno  del Presidente de la República depuesto por la fuerza.   

No es nada fácil en las actuales circunstancias, en medio del conflicto, que emerja la razonable sensatez para resolver cuanto antes con medidas de conciliación y conforme a la Constitución Política y al derecho internacional, los desacuerdos, enfrentamientos y pasiones políticas que han afectado al país desde hace varios meses. Pero no hay tiempo que perder ante la dimensión de la crisis, ni hay que improvisar cualquier otro mecanismo que no esté dentro de los previstos en la Carta de la OEA y la Carta Democrática Interamericana (CDI) que, junto a los instrumentos de protección de derechos humanos, son necesarios para mantener y generar confianza en la nación hondureña. Estos textos son legítimos y de comprobada eficacia porque han sido aceptados de buena fe en el orden multilateral interamericano. 

Ambas Cartas son instrumentos con procedimientos de implementación y de consenso que soberanamente deben cumplir los Estados en la región, para evitar cualquier sobresalto que desvirtúe los principios de la democracia en las Américas. La CDI considera a la democracia representativa como la base del Estado de Derecho y condición indispensable para la estabilidad y la paz en la región. La democracia representativa, según el artículo 2 de la CDI, “se refuerza y profundiza con la participación permanente, ética y responsable de la ciudadanía en un marco de legalidad conforme al respectivo orden constitucional”.

El IIDH considera que en las contradictorias circunstancias de hoy, ninguna propuesta de solución tiene futuro cierto sin que las partes implicadas dialoguen inmediatamente para reparar la institucionalidad conforme al orden constitucional de Honduras, que todos dicen y aseguran respetar. El IIDH se une a la CIDH, que en su comunicado del 28 de junio “hace un llamado urgente a que se restaure el orden democrático en Honduras y a que se respeten los derechos humanos, el Estado de Derecho y la Carta Democrática Interamericana”. Asimismo, la CIDH “urge al respeto irrestricto del derecho a la libertad de expresión.” En el momento actual, la salvaguarda de la democracia no puede admitir “vueltas al pasado” como lo dijo el Secretario General de la OEA en su comunicado del 29 de junio.

A juicio del IIDH, por su largo trabajo de promoción de derechos realizado con varios sectores y entidades en la República de Honduras, un orden de respeto a los derechos humanos no se dará sin tener en cuenta los logros conseguidos en el contexto de la democracia hondureña, pero la democracia por sí sola no lo garantiza completamente, como lo refleja esta aguda crisis. En consecuencia, los acuerdos de solución en el futuro inmediato deben prevenir y vigilar cualquier amenaza de retroceso o menoscabo a la democracia representativa y a la separación de poderes, por las que tanto orgullo siente el pueblo hondureño. De nuevo, en este sentido muy preciso, la CDI es enfática al señalar que “la subordinación constitucional de todas las instituciones del Estado a la autoridad civil legalmente constituida y el respeto al estado de derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad son igualmente fundamentales para la democracia”.   

Hoy por hoy, deben privar la moderación y la razón entre todas las partes involucradas para desvirtuar posiciones extremas y contradictorias en un país que tiene gravísimos problemas de violencia criminal y que sufre de cuadros extremos de pauperización que ningún gobierno ha logrado modificar. Honduras se presenta ahora como el desafío centroamericano que, de no resolverse pronto, mediante los buenos oficios del Secretario General de la OEA según la resolución AG/RES.1 (XXXVII-E/09), de la Asamblea General Extraordinaria, podría llegar a ser un grave problema para el istmo que, luego de superar décadas de guerra regional, vuelve ahora a ser el centro de la atención internacional.

Roberto Cuéllar M.

Director ejecutivo

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