jueves, 23 de julio de 2009

El 30 ANIVERSARIO SANDINISTA Y LA PROPUESTA DE SAN JOSÉ

From: Manuel A. Cruz

Reflexiones del compañero Fidel

El 30 ANIVERSARIO SANDINISTA Y LA PROPUESTA DE SAN JOSÉ

El golpe de Estado de Honduras, promovido por la extrema derecha de
Estados Unidos ?
que mantenía en Centroamérica la estructura creada por Bush ? y apoyado
por el
Departamento de Estado, evolucionaba mal por la enérgica resistencia del
pueblo.

La criminal aventura, condenada de forma unánime por la opinión mundial
y los organismos
internacionales, no podía sostenerse.

El recuerdo de las atrocidades cometidas en décadas recientes por las
tiranías que Estados
Unidos promovió, instruyó y armó en nuestro hemisferio, estaba todavía
fresco.

Los esfuerzos del imperio se encaminaron durante la administración de
Clinton y en los años
subsiguientes al plan de imponer el TLC a todos los países de América
Latina a través de las
llamadas Cumbres de las Américas.

El intento de comprometer al hemisferio con un acuerdo de libre comercio
fracasó.
Las economías de otras regiones del mundo crecieron a buen ritmo y el
dólar perdía su
hegemonía exclusiva como divisa privilegiada. La brutal crisis
financiera mundial
complicó la situación. En esas circunstancias se produjo el golpe
militar en Honduras,
uno de los países más pobres del hemisferio.

Tras dos semanas de creciente lucha popular, Estados Unidos maniobró
para ganar tiempo. El
Departamento de Estado asignó a Oscar Arias, Presidente de Costa Rica,
la tarea de auxiliar al
golpe militar en Honduras, asediado por la vigorosa, pero pacífica
presión popular. Nunca un
hecho similar en América Latina había recibido tal respuesta.

En los cálculos del Gobierno de Estados Unidos pesaba el hecho de que
Arias ostentaba el
título de Premio Nobel de la Paz.
La historia real de Oscar Arias indica que se trata de un político
neoliberal, talentoso y con
facilidad de palabras, sumamente calculador y aliado fiel de Estados Unidos.

Desde los primeros años del triunfo de la Revolución Cubana, el gobierno
de Estados Unidos
utilizó a Costa Rica y le asignó recursos para presentarla como una
vitrina de los avances sociales
que se podían lograr bajo el capitalismo.

Ese país centroamericano fue utilizado como base por el imperialismo
para los ataques piratas contra
Cuba. Miles de técnicos y graduados universitarios cubanos fueron
sustraídos a nuestro pueblo,
que estaba ya sometido a cruel bloqueo, para prestar servicios en Costa
Rica. Las relaciones entre
Costa Rica y Cuba se han restablecido en fecha reciente; fue uno de los
dos últimos países del
hemisferio en hacerlo, lo cual nos satisface, pero no por ello debo
dejar de expresar lo que
pienso en este momento histórico de nuestra América.

Arias, procedente del sector rico y dominante de Costa Rica, estudió
Derecho y Economía en un
centro universitario de su país, cursó estudios y se graduó después como
Master en Ciencias Políticas
en la Universidad Inglesa de Essex, donde finalmente recibió el título
de Doctor en Ciencias Políticas.
Con tales laureles académicos el presidente José Figueres Ferrer, del
Partido Liberación Nacional, lo
nombró asesor en 1970, a los 30 años de edad, y poco después lo designó
Ministro de Planificación,
cargo en el que fue ratificado por el Presidente que le siguió, Daniel
Oduber. En 1978 ingresa al
Congreso como Diputado de ese Partido. Asciende luego a Secretario
General en 1979, y es
Presidente por primera vez en 1986.

Años antes del triunfo de la Revolución Cubana, un movimiento armado de
la burguesía nacional de
Costa Rica, bajo la dirección de José Figueres Ferrer, padre del
presidente Figueres Olsen, había
eliminado el pequeño ejército golpista de ese país y su lucha contó con
las simpatías de los cubanos.
Cuando combatíamos en la Sierra Maestra contra la tiranía batistiana,
recibimos del Partido de
Liberación creado por Figueres Ferrer algunas armas y municiones, pero
era demasiado amigo de los
yanquis y pronto rompió con nosotros. No debe olvidarse la reunión de la
OEA en San José de
Costa Rica, que dio lugar a la Primera Declaración de la Habana en 1960.

Toda Centroamérica sufrió durante más de 150 años y todavía sufre desde
los tiempos del filibustero
William Walker, que se hizo presidente de Nicaragua en 1856, el problema
del intervencionismo de
Estados Unidos, que ha sido constante, aunque el pueblo heroico de
Nicaragua logró ya una
independencia que está dispuesto a defender hasta el último aliento. No
se conoce de apoyo
alguno de Costa Rica después que la alcanzó, aunque hubo un gobierno de
ese país al que
vísperas de la victoria de 1979, le cupo la gloria de ser solidario con
el Frente Sandinista
de Liberación Nacional.

Cuando Nicaragua era desangrada por la guerra sucia de Reagan, Guatemala
y El Salvador
habían pagado también un alto precio de vidas debido a la política
intervencionista de Estados
Unidos, que suministraba dinero, armas, escuelas y adoctrinamiento a las
tropas represivas.
Daniel nos contó que los yanquis finalmente promovieron fórmulas que
pusieran fin a la
resistencia revolucionaria de Guatemala y El Salvador.

Más de una vez Daniel me había comentado con amargura que Arias,
cumpliendo instrucciones
de Estados Unidos, había excluido a Nicaragua de las negociaciones de
paz. Se reunió solo
con los gobiernos de El Salvador, Honduras y Guatemala para imponerle
acuerdos a Nicaragua.
Expresaba por ello enorme gratitud hacia Vinicio Cerezo. Me contó
igualmente que el primer
acuerdo se firmó en un convento de Esquipulas, Guatemala, el 7 de agosto
de 1987, después
de dos días de intensas conversaciones entre los cinco presidentes
centroamericanos. Nunca
hablé públicamente sobre eso.

Pero esta vez, al conmemorarse el 30 Aniversario de la victoria
Sandinista el 19 de julio de 1979,
Daniel lo explicó todo con impresionante claridad, como lo hizo con
todos los temas a lo largo
de su discurso, que fue escuchado por cientos de miles de personas y
transmitido por la radio y
la televisión. Utilizo sus palabras textuales: “Los yanquis lo nombraron
mediador. Tenemos
una profunda simpatía al pueblo de Costa Rica, pero yo no puedo olvidar,
en aquellos años
duros el Presidente de Costa Rica convocó a los Presidentes
centroamericanos y no nos
invitó a nosotros…”

“Pero los otros Presidentes centroamericanos fueron más sensatos y le
dijeron: Aquí no
puede haber plan de paz si no está presente Nicaragua. Por la verdad
histórica, el Presidente que tuvo el
valor de romper el aislamiento que habían impuesto los yanquis en
Centroamérica ?d onde les habían
prohibido a los presidentes conversar con el Presidente de Nicaragua y
querían una solución militar, ,
querían acabar a través de la guerra con Nicaragua, con su revolución ?,
quien dio ese paso
valiente fue el presidente de Guatemala, Vinicio Cerezo. Esa es la
historia verdadera.”

De inmediato añadió: “Los yanquis corrieron a buscar al presidente Oscar
Arias, ¡porque
ya lo ,,,conocen!, para buscar cómo ganar tiempo, para que los golpistas
comiencen a hacer demandas que son inaceptables. ¿Desde cuándo un golpista
va a negociar con la persona a la que le está arrebatando sus derechos
constitucionales?
Esos derechos no pueden ser negociados, simplemente hay que restituir al
presidente
Manuel Zelaya, tal como lo dijeron los acuerdos del ALBA, del Grupo de
Río, del
SICA, de la OEA y de las Naciones Unidas.

“En nuestros países queremos soluciones pacíficas. La batalla que está
librando el
pueblo de Honduras en este momento es una batalla pacífica, para evitar
más dolor
del que ya se ha producido en Honduras”, concluyó textualmente Daniel.

En virtud de la guerra sucia ordenada por Reagan y que en parte ?me dijo
él ?
f ue costeada con drogas enviadas a Estados Unidos, perdieron la vida
más de 60 mil
personas y sufrieron invalidez otras 5 800. La guerra sucia de Reagan
dio lugar a la
destrucción y el abandono de 300 escuelas y 25 centros de salud; 150
maestros fueron
asesinados. El costo ascendió a decenas de miles de millones de dólares.
Nicaragua
disponía solo de 3,5 millones de habitantes, dejó de recibir el
combustible que le
enviaba la URSS y la economía se hizo insostenible. Convocó a las
elecciones e
incluso las adelantó, y respetó lo decidido por el pueblo, que había
perdido toda
esperanza de preservar las conquistas de la Revolución. Casi 17 años
después,
los sandinistas regresaron victoriosos al gobierno; hace solo dos días
conmemoraban
el 30 aniversario de la primera victoria.

El sábado 18 de julio el Premio Nobel propuso los conocidos 7 puntos de
la iniciativa
personal de paz que restaba autoridad a las decisiones de la ONU y la
OEA, y
equivalían a un acta de rendición de Manuel Zelaya, que le restaban
simpatía y
debilitarían el apoyo popular. El Presidente Constitucional envió lo que
calificó
de ultimátum a los golpistas, que los representantes suyos debían
presentar,
anunciando a la vez su regreso a Honduras para el domingo 19 de julio por
cualquier departamento de ese país.

En horas del mediodía de ese domingo, se produce en Managua el gigantesco
acto sandinista con históricas denuncias a la política de Estados Unidos.
Eran verdades que no podían dejar de ser trascendentes.

Lo peor es que Estados Unidos estaba encontrando resistencia del gobierno
golpista a su maniobra edulcorante. Estaría por precisar el momento en
que el
Departamento de Estado envía por su parte un fuerte mensaje a Micheletti, y
si los jefes militares fueron advertidos de las posiciones del Gobierno
de Estados Unidos.
Lo real es que para quien siguiera de cerca los hechos, Micheletti estaba
insubordinado contra la paz el lunes. Su representante en San José,
Carlos López Contreras, había declarado que la propuesta de Arias
no podía ser discutida, pues el primer punto, es decir, el restablecimiento
de Zelaya, no era negociable. El gobierno civil golpista había tomado en
serio su papel y no se percataba siquiera de que Zelaya, privado de
toda autoridad, no constituía riesgo alguno para la oligarquía y
políticamente
sufriría un duro golpe si aceptaba la propuesta del Presidente de Costa
Rica.

El propio domingo 19, cuando Arias pide otras 72 horas para explicar su
posición, la señora Clinton habla telefónicamente con Micheletti y sostiene
lo que el portavoz Philip Crowley califica de una “llamada dura”. Algún día
se conocerá qué le dijo, pero bastaría ver la cara de Micheletti cuando
habló
en una reunión de su gobierno, el lunes 20 de julio: parecía realmente
la de un
niño de kindergarten regañado por la maestra. A través de Telesur pude
ver las
imágenes y los discursos de la reunión. Otras imágenes transmitidas
fueron las
de los representantes de la OEA pronunciando sus discursos en el seno de
esa
institución, comprometiéndose a esperar la última palabra del Nobel de
la Paz
el miércoles. ¿Sabían o no lo que la Clinton le había dicho a
Micheletti? Tal vez sí, o tal vez, no.
Quizás algunos, aunque no todos, lo conocían. Hombres, instituciones y
conceptos se habían
convertido en instrumentos de la alta y arrogante política de
Washington. Nunca un discurso
en el seno de la OEA brilló con tanta dignidad como las breves, pero
valientes y brillantes
palabras de Roy Chaderton, embajador de Venezuela, en esa reunión.

Mañana aparecerá la pétrea imagen de Oscar Arias explicando que han
elaborado tal y
mas cual propuesta de solución para evitar violencia. Pienso que hasta
el propio Arias ha
caído en la gran trampa montada por el Departamento de Estado. Veremos
qué hace mañana.

Sin embargo, el pueblo de Honduras es quien dirá la última palabra.
Representantes de las
organizaciones sociales y de las nuevas fuerzas no son instrumentos de
nadie dentro o fuera del país,
conocen las necesidades y sufrimientos del pueblo; sus conciencias y su
temple se han multiplicado;
muchos ciudadanos que eran indolentes se han sumado; los propios
afiliados honestos de los
partidos tradicionales que creen en la libertad, la justicia y la
dignidad humana juzgarán a los
líderes a partir de la posición que adoptaron en este minuto histórico.

No se conoce todavía cuál sería la actitud de los militares frente a los
ultimátums yanquis, y
qué mensajes les llegan a los oficiales; solo hay un punto de referencia
patriótica y honorable:
la lealtad al pueblo, que ha soportado con heroísmo las bombas
lacrimógenas, los golpes y los disparos.

Sin que nadie pueda asegurar cuál será el último capricho del imperio,
si a partir de las
últimas decisiones adoptadas Zelaya regresa legal o ilegalmente, sin
duda que los
hondureños le harán un gran recibimiento porque será una medida de la
victoria que
ya han alcanzado con sus luchas.

¡Nadie dude de que solo el pueblo hondureño será capaz de construir su
propia historia!

Fidel Castro Ruz
Julio 21 de 2009
8 y 55 p.m.

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