En los últimos meses el ahora ex presidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, presa de un espíritu mesiánico, (de “elegido por la historia”) delictivo y transgresor de la ley y el orden y todo lo que se le oponga a su voluntad, ha llevado a Honduras, desde una creciente incertidumbre hasta la angustia y el caos, en una distorsionada información de las verdaderas intenciones de la llamada “consulta popular” que cambiaría la constitución, forma de gobierno, sistema de vida, desaparecimiento de la oposición, de los poderes del Estado tras el nombramiento de una Asamblea Constituyente creando el poder omnímodo (en sus manos, por supuesto) en nombre “del pueblo”.
Por meses sus constantes acciones populistas crearon caos y disputa, soliviantando en los sectores populares rencores hacia los que no son pobres, sensibilizándoles con retóricas políticas de los tiempos de Rodas Alvarado, despertando ilusiones falsas de que, con una nueva constitución, se alcanzará la felicidad y el progreso, y el fin de la pobreza, la corrupción y la delincuencia, que todos sabemos la única manera de lograr es con educación, trabajo y esfuerzo.
Pero vivimos en la época de las comunicaciones donde el internet, radio, y televisión, hacen difícil que se pueda engañar a las mayorías: obreros, profesionales, maestros, empresarios, médicos, estudiantes, que de ninguna manera pertenecen a lo que Mel Zelaya llama “poderes fácticos”, que aunque no queda bien claro quiénes son, obviamente no significan mayoría en el país, de tal manera que el ciudadano corriente está bien informado de que el mismo proceso ocurrió en Venezuela, que llevó a una presidencia sin límites al Presidente Chávez, padrino del ex presidente Zelaya.
No son los “poderes fácticos” sino la violación evidente y arbitraria del ex Presidente Zelaya, sus infracciones a las leyes de Honduras, el no reconocimiento de los otros poderes del Estado, el permanente mal ejemplo y llamado a desobedecer las leyes de la nación, con obvias intenciones de nombrar una Asamblea Nacional Constituyente que anularía los poderes del Estado para nombrar al elegido “del pueblo”, por supuesto, Manuel Zelaya Rosales, como Presidente indefinido de Honduras para poner en marcha una revolución tipo Venezuela: el Socialismo del Siglo XXI, verdadero patrocinador de toda esta confusión en Honduras, lo que le da pauta a ese país para interferir reiteradamente en los asuntos internos de Honduras, hasta llegar a la amenaza de una intervención militar para reponer a Mel Zelaya en el poder.
En todo el proceso se ha minusvalorado el criterio de los hondureños maduros y bien informados, que prefieren canalizar su rebeldía dentro de un marco legal que promueva cambios, no una revolución “chavista” que ponga boca abajo a la sociedad y la legalidad hondureña, destruyendo todo lo existente para comenzar de cero. Los hondureños somos distintos, tenemos personalidad propia desde los inicios de nuestra historia, no nos parecemos a otros, no tenemos mucho en común con Venezuela, y queremos cambios y consultas enmarcadas dentro del respeto de la Ley y con el derecho de nuestra propia autodeterminación y experiencia. Es decir, resolver nuestros propios problemas al interior.
Esperamos un llamado a todos los sectores nacionales, para que desde diferentes trincheras, busquemos las soluciones que saquen adelante a nuestro país, pero enmarcados dentro de la legalidad y el orden, la hermandad y la honestidad. A los sectores populares del país que han caído en el canto de sirenas de un paraíso que se hará realidad con solo cambiar la Constitución, para buscar la conciliación nacional y que permita a todos los hondureños trabajar juntos para hacer una patria para todos, sin distinciones de clases; Honduras no le pertenece a un solo grupo, llámese maestros, militares, o seguidores de Mel Zelaya. Honduras es de todos nosotros los hondureños. Eso es así.
Marta Susana Prieto
Escritora hondureña.
Junio 30 del 2009.
martes, 30 de junio de 2009
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