Oscar Amaya Armijo
La miopía de la oligarquía es enorme. Es casi una ceguera.
No miran ni sienten el repudio generalizado. Sus miradas empiezan y terminan en sus arcas repletas de dinero mal habido.
La ganancia no solo los volvió ciegos, también les inutilizó el alma.
Vivir prisionero del dinero no es vivir. Te pudre el sentimiento. Ellos tienen podrida el alma, por ello reprimen a ciegas. Les son indiferentes los demás, lo que cuenta para ellos es el dinero.
Hoy por dinero convocan a dialogar. Llegan hasta las mesas de negociaciones sonando sus monedas y toletes.
Para los oligarcas no valen las personas, valen los fardos repletos de dólares. A eso van a la mesa de negociación, a cuidar sus arcas.
La patria para ellos es una caja fuerte que hay que cuidar de los forajidos que integran la resistencia hondureña.
La patria para ellos son sus fábricas, bancos y haciendas, lo demás no existe. Somos lo que sobra, el despojo de la explotación.
Ellos van a la negociación a pelear contra la constituyente para evitar mermar sus ganancias. No les interesa refundar Honduras. Para ellos la refundación del país está hecha desde que la secuestraron y la convirtieron en una enorme prisión.
Allí están ahora mismo despreciando a los hondureños, reprimiéndolos con saña y odio.
Allí van a la negociación destilando sangre.
Apesta a sangre la oligarquía.
miércoles, 7 de octubre de 2009
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